domingo, 23 de febrero de 2014

Para leer y comentar juntos:




 TEXTO 1: “CARTA A MI SOBRINO JUAN”

Me dices que vas a preparar tu bachillerato y que prevés grandes cosas, más interesantes que las pasadas y fastidiosas de la EGB.
Quizás mi deber es felicitarte y decirte que debes de estudiar mucho para así agradar a la familia. Te quiero hablar con franqueza. Últimamente me persiguen unos pensamientos que no me gustan. Trato de explicarlos a los amigos y me dicen que no se puede hablar así: me voy a convertir en un fanático. Todo comenzó hace unas semanas cuando recibí una carta de tu abuela. Me dice que pasó una mañana entera viendo dibujos que hice a los 5 años. Me dice que tenía tal curiosidad que me metía en todo, tratando de aprender en un momento. Recuerda que yo contaba a todo el mundo lo que descubría y lo que soñaba. Y hasta que inventaba palabras cuando éstas me faltaban. Me hablaba de un "YO" -el mío- que no puedo recordar ni reconocer. Si ella dice la verdad, yo a los 5 años era pintor, un investigador, un escritor y un artista: un tipo valioso. ¿Qué pasó? Ahora no soy nada de eso. Lo único que leo es el periódico, deportes y chistes sobre todo. Tampoco escribo. Y dibujar nunca. Siento que es la primera vez que pienso en años. Si era tan investigador y creador a los 5 años ¿por qué ahora soy torpe y flojo a los 29? Durante casi un mes he pensado en esta pregunta. Creo que hay una respuesta. Perdí mi curiosidad y mi creatividad porque pasé 17 años sentado en un pupitre, matándome. El culpable de la muerte de la mente creativa de Miguel Ángel Martín, ingeniero y profesor universitario, fueron los estudios. Mi asesino fue el sistema escolar. Y creo que este sistema sigue asesinando. Escribo con la esperanza de que no te asesinen a ti. La semana pasada pregunté a un alumno mío: ¿por qué estudias?
Para ser alguien en la vida. Me respondió. Porque quiero ser alguien como usted, contestó otro. Creen que no son nada ahora. Que la vida empieza al tener el título. ¡Que mentira!¡Será que la vida no vale nada! ¡Que no tiene importancia al nacer! Me imagino, Juan, que cuando tu y yo teníamos 5 años no pensábamos en el futuro. Solo nos interesaba el presente. Sólo dibujábamos porque teníamos ganas de hacerlo. Cuando llegamos a la escuela, había una asignatura: dibujo. La primera vez que estuve en esa clase, agarré un lápiz como un loco. ¡Como la gozaba! Llegó la profesora y me dijo: no Miguel, así no,... "tiene que ser una flor igual que la de la pizarra". Yo lo encontré absurdo. La llene de colores que me parecieron bonitos. La profesora tomó mi dibujo y le puso un suspenso.
Nunca más traté de dibujar mis gustos. Nunca más me gustó dibujar. No sé si te pasará igual.
A mi me gustaba la historia. En un examen me preguntaron el descubrimiento de América. Había
visto una película. Escribí mucho. Pero me suspendieron por no decirlo como estaba en el libro.
Son ejemplos tontos tal vez, lo importante es que me obligaron a ir a la escuela. Y en ella nos
enseñaron a hacer lo que decía el maestro. Y esa era la principal razón que nos daban: para aprobar y
seguir estudiando. Por eso crees que el instituto será tan bueno como para justificar los sacrificios de estos años. Ya estás convencido de que tu vida comienza en el futuro. Temo que quizás hayas perdido parte de tus iniciativa y de tus ganas de hacer, aprender y crear. La tragedia es que bachillerato no va a ser diferente. Te dirán que pienses un poco, ¿pero que tipo de pensamientos? Nunca te dirán qué quieres estudiar. Serán ejercicios de iniciación que te enseñan antes de empezar. Nunca tendrás que decir tu opinión. Cuando preguntes el por qué de todo eso, te dirán: para ir a la universidad. Y ¿en la universidad? La cosa más sofisticada pero básicamente igual. No sé cómo lo ves tú. Me preocupa porque todo el sistema cuadra con nuestra "sociedad moderna". Esta sociedad es una máquina de reproducción y de consumo. Antes querían nuestros músculos: gentes que trabajan vendiendo su fuerza durante horas de fábrica. Hoy los músculos no pueden competir con la automatización. Hoy nuestras mentes adiestradas son las que mejor encajan como piezas de la máquina. Pero mi mente creadora no podía ser aceptada por la máquina. La sociedad tiene una fábrica especial para convertir las mentes imaginativas y creadoras en piezas de la máquina: el sistema escolar. Ya te ha quitado parte de tu creatividad innata. Ahora te envía a la segunda parte del proceso: el bachillerato.
¿QUÉ HACER?
¿Dejar de estudiar? No sé, pero sospecho que no es ese el camino. La realidad brutal es.... que es
muy difícil que tú solo puedas hacer mucho para ti o para mejorar la situación en general. Por otro lado el resto de tu familia no te entendería nunca. Tal vez estoy un poco loco, pero a mi me parece que la cosa es ver tu instituto como una cárcel. No me entiendas mal. Supongo que en una cárcel harías muchas más cosas para educarte. Entenderías que la propia institución no te va a ayudar y buscarías tu propia forma de aprender. Así, puedes y debes leer, escribir, dibujar y discutir con tus compañeros y profesores. Porque ellos también, Juan, son víctimas de ese encarcelamiento. Seguirán igual. No basta liberarte a ti mismo. De igual manera debemos ir pensando en cómo liberar todo el sistema escolar. No podemos llegar a persuadirnos de que las nuevas generaciones estén condenadas sin remedio a la mecanización. Lo importante es hacernos conscientes de que en la situación actual, el estudiante y el profesor están al servicio de la fábrica escolar. Necesitamos lo contrario: las escuelas al servicio de los estudiantes y profesores planificadas por ellos. Creo que es importantísimo empezar ya. Cada uno donde esté. Experimentar con diálogos, con lo creativo que cada uno sea capaz de imaginar, dentro y fuera de clase. Debemos de tratar de descubrir formas libres de educarnos. Debemos de buscar alumnos y profesores, gentes como tú y como yo, para organizarnos. A lo mejor mis amigos tienen razón, a lo mejor soy un fanático, pero te juro, Juan, que no puedo escribirte una carta de felicitación. Te juro que cuanto más pienso, estoy más convencido de que la educación e nuestro país ha sido víctima de una historia no entendida, de tecnificación del mundo occidental que nadie sabe manejar, de un neocolonialismo sumamente eficaz, en el cual los medios de comunicación (televisión, cine, etc) han tenido mucho que ver, y de nuestra infinita capacidad para engañarnos.
Me parece que en ver de comentarte cosas sobre el bachillerato, he sentido el deber de decirte que
no debemos seguir engañándonos más.
Un abrazo
Miguel Ángel.

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